miércoles, 5 de noviembre de 2008
PRD: rehén del PLD
Rosario Espinal
Desde la muerte de José F. Peña Gómez en 1998, el PRD ha intentado encontrar un camino institucional para existir como organización partidaria y ser competitivo en las elecciones dominicanas.
Después de 12 años en la oposición (1986-1998), el origen teñido de balaguerismo del primer gobierno peledeísta (1996-2000), abrió la compuerta para una revigorización del perredeísmo en las elecciones congresionales-muncipales de 1998.
La muerte de Peña Gómez ayudó en aquella arrolladora victoria, en un ambiente de relativa prosperidad económica, que debió haber beneficiado al PLD. El PRD obtuvo 51% de los votos que se tradujeron en 80% de las posiciones en el senado y 55% en la Cámara de Diputados.
La fortaleza electoral del PRD se reafirmó en las presidenciales de 2000, cuando obtuvo casi 50% de los votos. El PLD y el PRSC se repartieron 25% cada uno.
El declive electoral del PRD comenzó a registrarse en las congresionales-municipales de 2002, cuando la votación cayó de 51% a 42% entre 1998 y 2002. La votación por el PLD también cayó de 31% a 29%, mientras que la del PRSC aumentó de 17% a 24%.
El desplome electoral del PRD continúo en las elecciones presidenciales de 2004, ante el proyecto reeleccionista en medio de una crisis económica.
Además de perder las elecciones, la derrota perredeísta en el 2004 coincidió con la principal transformación del sistema partidario dominicano de las últimas dos décadas.
Muerto Balaguer en el 2002, se produjo un rápido declive electoral del PRSC y se afianzó la ventaja electoral del PLD.
De 1973 al 2004, el PLD fue esencialmente un partido residual en términos electorales. Pocos votaron por esa opción entre 1978 y 1986, su ascenso electoral en 1990 fue efímero, y el triunfo en 1996 fue con la ayuda de Balaguer. La derrota en el 2000 confirmó la fragilidad electoral del PLD.
Para hacerse partido fuerte electoralmente, el PLD necesitaba que uno de los otros partidos principales del sistema se desarticulara.
Ante la incapacidad política de los herederos de Balaguer de reorganizar el reformismo, la apuesta peledeísta fue al declive del PRSC. Los reformistas sufrieron varias crisis internas entre 2004 y 2008, y los dirigentes del PLD estuvieron siempre atentos para facilitar el desmembramiento.
Con sus características de líder mesurado e ilustrado, Leonel Fernández era lo más parecido a Balaguer en el escenario político dominicano, y por eso pudo articular las fuerzas conservadoras que no comparten ni los principios ideológicos ni las utopías originales del peledeísmo.
Desarticulado el PRSC, la agenda política del PLD se enfoca ahora en el PRD. Un resurgimiento electoral perredeísta es el principal desafío político que enfrentará el gobierno en las elecciones de 2010 y 2012.
El desgaste de los gobiernos es natural, y a pesar de todos los desaciertos cometidos por el PRD en el poder, es la única opción electoral que podría canalizar el descontento con el PLD.
En este contexto, el tema de la reelección presidencial en la reforma constitucional es la manzana de la discordia.
Si se aprueba constitucionalmente más reelección, la fuerza política de Hipólito Mejía crecerá, a menos que él personalmente decidiera desprenderse de su derecho a buscar otra reelección. Si no se aprueba constitucionalmente, el camino se abrirá a otros líderes.
Por eso, mientras la reforma constitucional esté en discusión en el Congreso y el tema de la reelección quede incierto, el PRD será un rehén del PLD.
Esto afectará negativamente el posicionamiento de las candidaturas perredeístas para la dirección del partido, el sentido de unidad de liderazgo, la selección de candidaturas para las elecciones congresionales-municipales de 2010, y por supuesto, la selección de candidatura para las elecciones presidenciales de 2012.
Si el PRD queda atrapado en la expectativa de la reforma constitucional por el tema de la reelección, perderá tiempo en reorganizarse y articular una oposición sustancial al gobierno.
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